viernes, 1 de marzo de 2013

Doñana cumple 50 años como zona protegida

Uno de nuestros rincones favoritos de Andalucía es sin duda el Coto de Doñana. La Reserva de la Biosfera más grande de Europa se conserva tal y como podemos apreciar hoy gracias a que hace 50 años, el Estado español y World Wide Fund for Nature (WWF) se unieron para comprar una finca en el coto, con la mediación de un biólogo vallisoletano. Ese fue el inicio de la primera reserva biológica integral constituida en España y el embrión del actual Parque Nacional.

Para celebrar su medio siglo de vida, El País ha publicado este artículo que queremos compartir con vosotros. Y si después os quedais con ganas de visitar Doñana, ya sabeis a quién llamar… ¡A Andalsur, claro!



La protección de Doñana cumple 50 años
José Antonio Valderde y WWF lograron en 1963 comprar una finca en el coto para preservarlo

Una cigüeña durante un atardecer en Doñana / JULIÁN ROJAS
Doñana está de celebración. Este 2013 se cumple medio siglo del inicio de la protección de este espacio natural, que hoy cuenta con 108.000 hectáreas de superficie y con la distinción de la Unesco como Patrimonio Mundial Natural.
“El germen” —como lo denomina Juan José Negro, director de la Estación Biológica de Doñana— fue la parcela de más de 6.700 hectáreas del coto que WWF y el Estado compraron por 33 millones de las antiguas pesetas a varios propietarios. El biólogo vallisoletano José Antonio Valverde cerró el acuerdo en Jerez el 30 de diciembre de 1963. Así nació “la primera reserva biológica integral constituida en España”, como recordaba Valverde, fallecido en 2003, en sus memorias (La aventura de Doñana: cómo crear una reserva).
Aquellos terrenos —cedidos luego al CSIC, lo que supuso la creación de la Estación Biológica en 1964— fueron el embrión del Parque Nacional. La dictadura, tras un buen número de presiones internas e internacionales, accedió en 1969 a proteger bajo esta figura 34.635 hectáreas.
Doñana nació como reacción defensiva de un grupo de científicos y conservacionistas contra una triple amenaza: la expansión del arrozal, las plantaciones masivas de eucaliptos con fines madereros y las urbanizaciones proyectadas para incrementar el turismo en una zona bautizada por el franquismo como Costa de la Luz. “Se frenaron los proyectos que amenazaban Doñana”, recuerda Juan José Carmona responsable de la oficina de WWF en este espacio protegido.

El parque fue declarado Patrimonio Mundial Natural en 1994
“Si no hubiese sido por los científicos, Doñana no existiría”, añade Francisco García Novo, catedrático de Ecología de la Universidad de Sevilla y autor de varias investigaciones y libros sobre este emblemático espacio.
Valverde —primer director de la Estación Biológica de Doñana— estuvo acompañado en aquella aventura por científicos y conservacionistas, como Luc Hoffman, Max Nicholson o Francisco Bernis. También se sumó alguno de los propietarios del coto concienciados con su valor, como Mauricio González-Bordón, un personaje “culto” y “pajarero como ellos”, como lo describe el periodista y escritor Jorge Molina, autor del libroDoñana, todo era nuevo y salvaje.

La extracción ilegal de agua es hoy una de las mayores amenazas
Tras la declaración como Parque Nacional en 1969, el siguiente gran hito en la historia de este espacio fue la aprobación, ya en 1978, de la Ley de Doñana, que supuso la ampliación de la superficie protegida hasta las 50.720 hectáreas.
Durante el periodo democrático Doñana fue ganando en prestigio internacional. Fue catalogado por la Unesco como Reserva de la Biosfera en 1980 y, dos años después, entra en la lista del Convenio Ramsar. El reconocimiento definitivo llegó en 1994, cuando este emblemático lugar fue declarado Patrimonio de la Humanidad.
Paralelamente, el Estado fue ampliando la superficie protegida a través de la compra de fincas. Una de las últimas propietarias fue la familia de Carlos Morenés y Mariátegui, marqués del Borghetto y autor de varias publicaciones sobre Doñana. “Fue una compra presionada”, sostiene Morenés, quien recuerda que su familia vendió al Estado sus terrenos en la zona de Las Marismillas “con la amenaza de la expropiación”.
Este antiguo propietario es muy crítico con la gestión que la Administración ha realizado en el último medio siglo. “Doñana estaba maravillosamente gestionada por la propiedad privada”, argumenta.
No está de acuerdo Fernando Hiraldo, exdirector de la Estación Biológica, quien cree que en estos 50 años la situación de Doñana “objetivamente ha mejorado”. Hiraldo recuerda que muchas especies —sobre todo de aves— han conseguido corregir la deriva hacia la extinción en la que estaban atrapadas. Pone como ejemplo la espátula, la garza real, el águila imperial o el búho real. “Doñana tenía una amenaza de muerte (...) La mayoría de amenazas se han conseguido frenar”, sostiene Hiraldo.
Pero en este medio siglo también han surgido nuevos problemas. La expansión de la agricultura en el entorno del espacio natural está afectando al corazón de Doñana: el agua. Todos los expertos consultados apuntan hacia ese lugar cuando se les interroga sobre los problemas actuales de este espacio. Las extracciones ilegales llevan años afectando al acuífero principal del parque.
“Doñana es arena pura, por lo que el agua es fundamental”, explica gráficamente Morenés. “Antes el agua estaba casi en un nivel superficial”, añade. Pero las extracciones descontroladas han provocado el descenso hasta capas más profundas. “A la larga será la muerte de Doñana”, añade Morenés. Juan José Negro resume: “La protección del sistema terrestre ha mejorado” en estos 50 años, algo que no ha ocurrido con el problema del agua.
El plan de la corona norte forestal de Doñana, que tramita la Junta, debería poner orden. Pero su aprobación se ha ido retrasando y la Administración todavía está resolviendo las alegaciones. “El tiempo se detiene en Doñana”, opina Carmona, de WWF, quien lamenta la falta de soluciones: “Desde los años ochenta hay informes advirtiendo de las captaciones de agua”.

Autor: Manuel Planelles
Publicado el 25 de febrero de 2013

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