lunes, 25 de febrero de 2013

Gibraltar, excursión a un país cercano

La mitología señala que Hércules puso dos columnas a cada lado del estrecho, considerando Gibraltar como la puerta entre África y Europa. Una referencia tan cercana en nuestra cultura andaluza, que siempre viene envuelta en un halo de exotismo y polémica por tratarse de una de las últimas colonias británicas. Si quieres conocerla, Andalsur te ofrece excursiones desde Sevilla. Además, hemos recogido para tí este interesante artículo de la revista digital Ibérica. ¡Que lo disfrutes!

El escarpado Jebel Tarik, monte Tarik, como  denominaron los árabes al Peñón de Gibraltar, oculta bajo sus entrañas, multitud de cavidades que aprovecharon sus primeros pobladores para refugiarse y kilómetros de túneles excavados en la roca por el hombre con el transcurrir de los siglos. Hoy día, esta mole caliza, convertida en reserva natural, alberga valiosa fauna y flora, salpicada especialmente por simpáticos monos que tratan de ganar terreno al hombre. A sus pies, en el Mediterráneo, los delfines juegan a "rodear" el peñón. Mientras, en la ciudad, el bullicio comercial comienza desde primeras horas de la mañana. Mezcolanza de culturas y de estilos, Gibraltar es un particular lugar de la península ibérica, en el que el peñón hace las veces de espectacular mirador de la costa africana.

Casemates Square. La máquina del tiempo se ha situado en el siglo XIX para dar cabida a viajeros del nuevo milenio. Turistas, curiosos, investigadores y amantes de la naturaleza que se acercan a este pedazo de tierra bañado por aguas mediterráneas en busca de algún que otro secreto.Esta plaza, centro neurálgico de la ciudad y antecesora al trajinar urbano y comercial que aporta la calle Real, es, posiblemente, el mejor punto de partida para visitar la urbe. Su aspecto decimonónico se advierte a cada paso, en cada esquina. Y es entonces, cuando la mezcla de estilos, vuelve a "tocar" la máquina del tiempo. En definitiva, el viajero sentirá cierta atracción por Gibraltar. Como ya lo sintieron los primeros pobladores atraidos por su posición estratégica y por esa enorme mole caliza que es el Peñón.


Si hay algo que caracteriza a los gibraltareños o llanitos, como también se les conoce, es ese pasado de mezcolanza que les ha permitido ser abiertos y tolerantes. Por sus venas corre sangre maltesa, judía, española, británica, genovesa, india o marroquí. Y bajo la caliza, antiguas civilizaciones buscaron refugio en las entrañas de esta tierra, cobijándose en sus cuevas y abasteciéndose de conejos, ciervos, ganado salvaje, caballos, elefantes y rinocerontes. Era en el siglo VII a.c. y los marineros habían comenzado a arribar al peñón para depositar ofrenda a los dioses antes de partir hacia el desconocido Atlántico. 
Una muestra de estas antiguas formas de vida pueden verse en la Cueva de San Miguel en el Peñón o La Roca, como se denomina por la zona. Fenicios y romanos, grandes comerciantes los primeros y estrategas los segundos también dejaron su huella. Los fenicios denominaron a esta porción de tierra "Calpe" y, como tal, así aparece la primera descripción que tiene sobre el lugar, gracias al geógrafo romano Pomponius.
Una detenida visita por el Museo de Gibraltar permite conocer sus más de 200 millones de años de historia. Además de la famosa "mujer de Gibraltar" (cráneo de la época Neandertal) y diferentes objetos fenicios, romanos y agarenos, destacan los magníficos baños árabes, uno de los mejor conservados de Europa. Fueron precisamente los árabes, quienes poblaron estos pagos durante siete siglos y su huella se aprecia por toda la ciudad, especialmente en la fortaleza, que en sus inicios llegaba hasta Casemates Square. Hoy tan sólo se conserva la Torre de la Calahorra. Y el rastro moruno se mantiena hasta hoy, pues en Gibraltar comenzó la invasión musulmana y aquí desembarcó el jefe bereber Tarik Ibn Zeyad, en el monte que se denominó "Jebel Tarik". Ya así, pasó a llamarse derivando hasta el actual término de "Gibraltar".
La recortada silueta del Peñón acompaña todo el camino. Será irresistible, tras haber presenciado el cambio de guardia en el Convento, dirigirse en busca del teleférico para otear lo mejor de esta ciudad y alcanzar la cumbre. A lo lejos, los paradisíacos jardines Botánicos; casi acariciando el mar, el Fondeadero de Nelson, denominado así porque fue el lugar donde desembarcó el cadáver de Lord Nelson, tras la batalla de Trafagar  Aquí se encuentra un cañón victoriano de cien toneladas. Mucho más singular es el cañón de Koehler inventado durante el denominado Gran Asedio, que se encuentra en Casemates Square y que se dispara hacia abajo.
Declarado Reserva Natural, el Peñón de Gibraltar cuenta con valiosa fauna y flora. El carraspique de Gibraltar, una flor silvestre autóctona, el buitre leonado o la mariposa de los cardos campan a sus anchas por la zona. Pero mucho más dicharacheros, traviesos y juguetones son los monos, que por aquí se hallan en estado semi-salvaje y restan protagonismo a otras especies. Este mono "rabón" llegó de Africa en el siglo XIII. Pero si en tierra los monos son los protagonistas, en el mar los delfines, con sus sincronizados saltos, marcan el ritmo mediterráneo.
De nuevo en el Peñón, además de disfrutar de las magníficas vistas, la cueva de San Miguel muestra modos de vida prehistóricos. Mientras, en el otro extremo, los túneles del Gran Asedio, forman un conjunto subterráneo de más de cincuenta kilómetros, excavados para alojar los primeros cañones de la historia capaces de disparar hacia abajo.La impronta española también se deja ver en sus gentes, en su particular forma de hablar. Gibraltar perteneció a la Corona Española desde 1462, aunque ya había estado en su poder durante veinticuatro años, en la época árabe, hasta 1782, en que pasa a formar parte de la Corona Británica, mediante el Tratado de Utrecht.


Al atardecer, en Punta Europa, el faro, dominando el Estrecho, parece "encender" la noche. Y así, los cañones duermen, los monos buscan lecho para sus mejores sueños y los delfines se esconden. Los restaurantes del Peñón también encienden sus mejores fogones para elaborar suculentos platos de la cocina más diversa. Y en el horizonte, tan sólo se escuchan susurros mediterráneos. Unos que miran a Africa; otros que miran hacia la costa malagueña y gaditana...


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