miércoles, 28 de agosto de 2013

Un paseo para recordar Granada

Dicen del Paseo de los Tristes de Granada que es una de las calles más bellas del mundo. Sin duda, un paseo por la empedrada acera del río Darro, contemplando los puentes que lo cruzan y que conducen nuestra mirada hacia la majestuosa Alhambra, enamora a cualquiera que se anime a recorrerlo. 



Presidiendo todo el recorrido está la silueta imperial de la Fortaleza Roja, una Alhambra querida, deseada y admirada durante siglos, que embruja a Granada y a cualquiera de los millones de visitantes que cada año llegan a conocerla.


Hemos elegido este Paseo de los Tristes, porque sin duda es uno de los lugares más especiales de esta ciudad milenaria. 

El paseo empieza pasada la Iglesia de Santa Ana en el final de Plaza Nueva, donde el río Darro abandona la superficie para recorrer la Granada subterráneaLa plaza creada sobre el abovedado del Darro (el que da oro, al menos eso hacía hace 500 años), ha sido durante siglos epicentro de la vida de la ciudad, donde se unen los tres barrios principales: el Albaicín, el centro y la Alhambra.


Comenzamos a caminar río arriba, entre puentes como el de las Chirimías o el del Aljibillo y palacetes de las familias más ilustres que poblaron Granada durante los siglos XVI XVII, algunos de ellos hoy reconvertidos en hoteles o en museos.

Una joya de la ingeniería civil árabe se esconde en un recodo del camino. El bañuelo, del siglo XI, esconde unos baños públicos árabes perfectamente conservados, y nos muestra uno de los lugares más importantes en la vida cotidiana de Al Andalus, donde los ciudadanos acudían a realizar sus abluciones, a realizar negocios, a jugar al ajedrez o simplemente a charlar y pasar un rato entre amigos. Después pasamos por la iglesia de San Pablo y San Pedro, erigida en 1500 sobre los restos de la mezquita adjunta a los baños.

Sólo a unos pasos se encuentra la Casa Árabe de Zafra, completa y en un magnífico estado, pese a los más de seiscientos años han pasado desde su construcción en el siglo XIV. Se trata de una casa hispanomusulmana que, como otras de la ciudad, como Daralhorra o el Cuarto Real, ha pervivido al integrarse en un monasterio, en este caso, en el convento de Santa Catalina de Zafra. 



Seguimos caminando y entre pequeñas tiendas, bazares, teterías y tabernas llegamos a una gran plaza, quizá la más conocida y fotografiada de todo el paseo, pues es desde donde se tienen mejores vistas de la Alhambra. Restaurantes y bares ofrecen terrazas con unas vistas espectaculares, y la fuente del centro, un lugar ideal para lanzar una moneda con el deseo de poder volver a Granada y recorrer ese paseo con la persona amada.





Al final de la plaza se nos ofrecen dos opciones, a cual más apetecible. Hacia la derecha, cruzar el río para subir por la Cuesta del Rey Chico o Cuesta de los Chinos y adentrarse entre murallas, torres y riachuelos en los misterios de la señora de la Sabika, la mágica Alhambra.

Y hacia la izquierda, la Cuesta del Chapiz nos conduce al Albaicín y al Sacromonte, los barrios donde se conserva más pura la esencia de Granada. 

En el Albaicín se puede disfrutar de vistas espectaculares de la colina de la Alhambra, dominando el horizonte de la ciudad de Granada y ofreciendo una de las puestas de sol más bellas del mundo. En el Sacromonte, se respira flamenco, y en sus casas-cueva se puede disfrutar del arte gitano más puro en sus conocidos tablaos y sus mágicas zambras.


En definitiva, más de diez siglos de historia para recorrer en tan sólo un kilómetro. No se le puede pedir más.


¿Y cuál es tu rincón favorito de Granada?

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